El Observador (Primera parte).






EL OBSERVADOR
 (La noticia)




“Encendí la televisión temprano, siempre lo hacia para ver las primeras informaciones del día, claro que muchas veces no le tomaba atención por estar haciendo cosas propias antes de ir a trabajar. Eran las 7 de la mañana de aquel martes cuando logre escuchar que se había visto algo en el cielo, alcance a ver las entrevistas que les hicieron a algunos astrónomos, pero casi todos – por no decir la mayoría-, decían que era un bólido que se incinero al entrar en las primeras capas de la atmósfera. Otros en cambio argumentaban que era reentrada de chatarra espacial, en fin, cada cual decía lo suyo. En la locomoción colectiva era tema obligado, incluso mostrando en sus teléfonos móviles los vídeos y fotos de aquel suceso, claro que en gran parte eran fotos trucadas para captar la atención. Al llegar a mi lugar de trabajo mis compañeros no hacían otra cosa que hablar de lo mismo, entre mi decía que eran las típicas noticias absurdas para captar la atención de incautos, algo que sucede a diario. Mi jornada laboral transcurrió de lo más normal, salvo que - a cada tanto-, venia un compañero a mostrarme la noticia de aquel meteoro. 




Una vez en mi casa, prepare mi cena y le di de comer a mi perrito, pero no quiso engullir bocado, pensé que estaba enfermo, se veía decaído. Decidí llamar al veterinario, pero no contestaba. Solo minutos después quiso entrar a la casa, en donde comió, su decaimiento había sido momentáneo por lo cual no insistí en llamar a la veterinaria. Es por ello que me tendí tranquilamente en el sillón para ver el noticiario, ustedes pensaran que seguían hablando de aquel suceso en el cielo, pero no, nada de eso, solo los goles de los equipos de fútbol que habían jugado el fin de semana. El sueño ya se apoderaba de mi en esos instantes, por lo cual enfilo hacia mi dormitorio, una vez ahí me acuesto y sueño que llegaban seres extraterrestres a la Tierra, llegaban pero no de la típica forma que nos mostró por años el cine y la literatura, no eran portentosas naves.

Al despertar recuerdo bien el sueño, así que una vez más pensaba lo que hace la televisión, es decir nos crea esa idea de los “visitantes espaciales”, me quede tranquilo. En la mañana de aquel miércoles sentí un escalofrío por todo mi cuerpo, algo me decía que no estaba del todo solo en mi casa, había una presencia extraña, pero una vez más mi raciocinio decía lo contrario, solo fue la sugestión. Debo decir que no había ninguna señal de televisión ni radio, todo era quietud. Me asome a la calle y estaba solitaria, en eso llamo a uno de mis compañeros de labores, pero no contestó, algo sucedía en el ambiente. En esos momentos siento una explosión, pero no era cualquiera, esta era como del espacio, salgo a observar y veo como una esfera negra que estaba en el cielo descendía lentamente. Era de noche. Es ahí lo raro de todo porque eran las 7 de la mañana y tendría que estar claro, el terror se apodero de mí.

De esa esfera comenzaron a bajar siluetas parecidas a las humanas pero de diferentes tamaños. Estaban a diferentes altitudes, solo algunas llegaban al terreno, no lograba entender lo que pasaba. “Debo estar soñando”, decía. En mi desesperación baje al segundo piso de mi casa, pero lo que vi ahí me hizo retroceder, estaba lleno de puntos brillantes, parecían ojos mirándome. Corrí a más no poder pero no sentía mis piernas, de un momento a otro todo se fue a negro, es ahí cuando siento que flotaba. Todo era oscuridad, no podía ver mis extremidades, ni sentirlas, ante el terror pienso que estoy soñando. Cerraba mis ojos, los abría y cerraba con fuerza nuevamente, nada funcionaba. Grite, pero mi voz no la podía oír. Fue una de mis peores pesadillas. Al pasar de los minutos, una paz me invade y me veo en la cama. La tranquilidad volvió, solo era uno de esos tantos sueños, me da la impresión que todo fue causado por dormir con la corbata puesta, fue el ahogo que me hizo soñar esas barbaridades…reía.



No se porqué pero ahí comencé a tomar más atención al tema de los Ovnis, me compre cuanta revista hablaba del tema, series de televisión y documentales. Escuchaba con atención los presuntos raptos alienígenas, personas comunes y corrientes que habían tenido un encuentro con lo desconocido. Fue durante ese tiempo que adquirí un telescopio, pasaba largas horas a la intemperie para ver las estrellas y comprendí que existe “otro mundo allá afuera”. ¿Serán esos organismos como nosotros o tan adelantados como dicen? Se me venia a la mente los platos voladores con esas típicas ventanillas alrededor, incluso dejando marcas en los terrenos, bajo esos pensamientos llegaba incluso hasta dormir un rato bajo el manto estelar. Solo el frío de la madrugada me despertaba y en otro tanto los ladridos de mi pequeño perro.

Mi pasión por observar los cielos crecía conforme pasaban los días, ya casi ni veía televisión, menos leer (gran error, ya sabrán el porqué), pero una película me marcó considerablemente, esa fue “Encuentros cercanos del tercer tipo” de Steven Spielberg. Algo tenía ese filme, pero no sabia a ciencia cierta qué era pero lo veía una y otra vez, en fin. Ese fin de semana la noche estaba muy clara, ideal para observar las estrellas, así que me dispuse a realizar la vigilia, el reloj marcaba las 3 de la madrugada. Al despertar veo con sorpresa que ya despuntaba el alba, ¡no otra vez! Para que no me volviera a pasar, puse un reloj con números rojos, de esos que son nocturnos, así a cada tanto vería la hora. Llegaba el viernes, que mejor otra nueva jornada de observación, nuevamente me prepare, la Luna adornaba el horizonte con su reflejo color miel, todo un espectáculo.




 
Algunas de las estrellas ya estaban en el firmamento, minuto tras minuto comenzaban a invadir la oscuridad como cuales faros en alguna isla desierta en medio del océano. Esa noche todo era quietud, nada ni nadie podía perturbarme o eso al menos era lo que creía yo. Me recuesto en mi silla favorita, todo bien hasta que…" Continuara.

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